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    OpiniónLos mutuos favores de Peña y Rajoy vía Pemex: Darío Celis

    Los mutuos favores de Peña y Rajoy vía Pemex: Darío Celis

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    Si hay una transacción en la que Emilio Lozoya tiene elementos para incriminar a Enrique Peña y a Luis Videgaray, es la compra de los astilleros Hijos de J. Barreras y la desinversión de Pemex en Repsol.

    En las dos, los actores principales son el expresidente y el exsecretario de Hacienda y el hilo conductor el exjefe del gobierno español, Mariano Rajoy, defenestrado en junio de 2018.

    Fueron transacciones que por órdenes de aquéllos operó con ayuda de sus testaferros, José Manuel Carrera Panizzo, director de PMI; Carlos Roa, su jefe de asesores, y Froylan Gracia, su secretario particular.

    Dos acuerdos ruinosos, particularmente el de Repsol, cuyo producto de la venta, casi 3 mil millones de dólares, no se tiene registro de que hayan entrado a las arcas de la Secretaría de Hacienda.

    En las postrimerías del gobierno de Felipe Calderón, Rajoy se perfilaba a ganar las elecciones de Presidente en España. El entonces jefe de la oposición como líder del Partido Popular, tenía un gran interés.

    El político de Santiago de Compostela quería salvar a la alicaída industria naval de Galicia. Calderón y su secretario de Hacienda, José Antonio Meade, fueron los primeros en conocer el plan de Rajoy.

    Sin embargo no les alcanzó el tiempo para cerrar la compra de los astilleros. Calderón dejó la presidencia en México y Rajoy asumió la de España. Sin embargo para el segundo los problemas se le agravaron.

    Rajoy como presidente empezó a enfrentar problemas de tipo social en Vigo, la sede del astillero. El presidente de la Junta de Galicia, su compañero Alberto Núñez Feijoó, volvió a la carga.

    Ambos, Rajoy y Núñez Feijoó, redireccionaron baterías hacia Peña Nieto, candidato a la Presidencia. Le pusieron en la mesa el plan: comprar el astillero y construir dos floteles para garantizar las fuentes de empleo.

    El acuerdo se alcanzó en la visita que Peña hizo en octubre de 2012 a Madrid, misma que el mismo Peña y Videgaray le pidieron organizar a Lozoya, como coordinador de asuntos internacionales del candidato.

    El trato fue comprar 50 millones de acciones más 1 de los astilleros Hijos de J. Barreras. PMI pagó a razón de un millón de euros por título y al mismo tiempos fabricar dos barcos que operaran como floteles de apoyo.

    ¿Qué obtuvo a cambio Peña? Rajoy les facilitó la salida de Repsol, una aventura en la que el gobierno de Calderón llevó a su director de Pemex, Juan José Suárez Coppel, a subir su participación de 4.8 a 9.8%.

    Primero Calderón y luego Peña se desgastaron en una guerra que a la postre perdieron con Antonio Brufau, el CEO de Repsol. Lozoya específicamente intentó un golpe de estado para alcanzar la mayoría.

    Pemex era el segundo accionista, solo superado por la CaixaBank que posee 11.82%. Peña y Videgaray creían que con el apoyo de Sacyr-Vallehermoso podía tomar control y quitar a Brufau. Pero éste terminó venciéndolos.

    En 2014 Lozoya, Carrera Panizzo, Roa y Gracia tiraron la toalla. Videgaray pidió a Rajoy ayuda para iniciar la retirada. El presidente del gobierno español, en correspondencia por los astilleros, facilitó la salida.

    En una operación que intermedió Citi, de Michael Corbat, y que cabildeó el propio Rajoy, Pemex pudo vender más cara una tenencia que ya era de 7.86%. Se la compraron en 2 mil 845 millones de dólares.

    Los dineros nunca entraron a México, Citi los dejó en PMI y esa subsidiaria de Pemex los dispersó en paraísos fiscales. Actualmente la Unidad de Inteligencia Financiera de Santiago Nieto lo investiga.

    UN DÍA DE enero pasado Javier Jiménez Espriú fue a ver en calidad de urgente a Palacio Nacional a Andrés Manuel Lopez Obrador. El secretario de Comunicaciones y Transportes estaba contrariado porque iba perdiendo la batalla con el almirante José Rafael Ojeda. El secretario de la Marina ya tenía el apoyo de un sector de la 4T para quitarle a Jiménez la operación de los puertos con el argumento de que los civiles no podían con las mafias que introducían drogas. Tan adelantado estaba en su cabildeo que Mario Delgado, el líder de Morena en la Cámara de Diputados, ya tenía lista la iniciativa de ley para concretar la reforma. Ese día Jiménez Espriú le explicó con peras y manzanas a AMLO los riesgos que para las operaciones de comercio exterior implicaba militarizar los puertos. El tabasqueño agradeció la alocución del ingeniero e instruyó a su Consejero Jurídico detener la iniciativa. Julio Scherer llamó a Delgado y todo quedó suspendido y aparentemente cancelado. Pero no fue así: el viernes en Manzanillo, sorpresivamente, López Obrador anunció la entrada de la Marina a administrar los puertos. Jiménez Espriú entregó su renuncia a la SCT. Se va ya.

    LA OMISIÓN TAMBIÉN puede ser corrupción. Eso seguramente lo tiene claro el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, cuyo poder que representa permite chicanas en los juzgados que le cierran toda posibilidad a la industria para evitar que a partir del 1 de octubre miles de toneladas de productos como pan, leche, jugos, conservas y refrescos se tiren a la basura. Estamos hablando de la entrada en vigor de la nueva NOM de etiquetado, cuyas peticiones de prórroga algunos jueces no quieren atender con el pretexto de que no están regularizadas todavía las actividades jurisdiccionales de los juzgados por la pandemia del Covid-19. Eso sí, trámites para que la Secretaría de Economía introduzca adiciones a la NOM sí transitan. Por cierto, el abogado de esa dependencia que las impulsa es Alfonso Guati Rojo, que no hace mucho estaba en Pemex trabajando para Emilio Lozoya. Que le pregunten de Agro Nitrogenados, Fertinal, el astillero de Hijos de J. Barreras y Repsol. Seguro que algo debe saber.

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