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    ‘Los amiguitos’, historia y sabor que nunca se olvidará

    Opinión

    ‘La amiguita’ Martha Mejía falleció este martes. Ahora pasará a una mejor vida junto con su esposo don Juan Corona, quien se adelantó hace 4 meses.

    Ambos dejaron una grato recuerdo en la historia de Cancún y en la de muchos que tuvieron suerte de conocerlos.

    En Cancuníssimo estamos de luto y por eso los honramos con parte de su legado y trayectoria de vida.

    Sus inicios

    Fue el 20 de septiembre de 1980 cuando Martha se lanzó al negocio ambulante con un renuente Juan, quien no estaba del todo convencido.

    “A él le preocupaba lo que dirían los demás, pero yo lo calmé después cuando le dije: ‘y a mí qué me importa, si los que traen los bolsillos llenos de billetes somos nosotros, y no ellos’”, nos contó Martha en una entrevista en 2006.

    Martha seguía trabajando en el Cancún Caribe de 5 de la tarde a 11 de la noche; llegaba a casa, cocinaba hasta las 3 de la mañana, se tomaba una siesta y despertaba a las 5 para terminar de cocinar, llevar a los niños a la Wichita y arrancar el negocio a las 7 de la mañana. “Aguanté así sólo un mes. Después presenté mi renuncia”.

    Juan aclaró que en ese entonces sí eran ambulantes de verdad, ya que hacían varias paradas durante la mañana, donde había construcciones y, por ende albañiles… “Pasábamos por el Mercado 28, luego nos íbamos a la parte de atrás del ayuntamiento, primero a los Separos y luego a Hacienda, allá en la Náder”.

    A petición de la clientela finalmente se asentaron en la gasolinera de la avenida Cobá y la Bonampak, obtuvieron su permiso del Sindicato de Vendedores Ambulantes, y desde entonces ese punto se volvió parada obligada para muchos cancunenses.

    El arribo

    Este emprendedor matrimonio llegó de la Ciudad de México, dejando atrás un agitado ritmo de vida y smog. Habían pasado 5 años desde que Cancún fuera fundado como desarrollo turístico, en 1975, cuando Juan y Martha se encontraron vendiendo tacos por mera casualidad. En la zona hotelera, donde ambos trabajaban, hicieron amistad con el dueño de un negocio de tacos, a quien se le conocía como ‘Pimpón’.

    Ellos bromearon con él diciendo que le iban a hacer la competencia, Pimpón al día siguiente les llevó todo lo necesario a su casa y fue así que en su recién estrenada combi beige modelo 1980, se establecieron en el lugar que Pimpón utilizaba para su venta: en la avenida Bonampak frente a la gasolinera de la entrada a la zona hotelera. Ese día no lograron vender nada. El ánimo de la pareja no decayó; por el contrario, su entusiasmo fue aumentando a la par, la gente empezó a acercarse para ver qué vendían. Y al segundo día, como arte de magia, vendieron todo.

    Poco a poco Pimpón les cedió la totalidad del negocio que, con unión familiar de esfuerzos y energía positiva, ganó más y más comensales.

    Desde su trinchera, ‘Los amiguitos’ vieron cambiar la fisonomía de la ciudad. Sin duda alguna este matrimonio ejemplifica la mística de un Cancún con el que todos, nuevos y viejos, seguimos soñando: pujante, vibrante, y a la vez un dador de buenos momentos acumulados, enriquecidos por la fidelidad de amigos que se adhirieron al sabor, limpio y casero, de sus tacos de guisado.

    Allá, donde estén, luz para ustedes ‘amiguitos’. Descansen en paz.

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