En México, hay futbolistas profesionales que reciben un salario mensual de 2.500 pesos, aproximadamente 145 dólares, y algunas incluso perciben menos. Algunas jugadoras, a pesar de tener formación universitaria, podrían ganar más ejerciendo su profesión que jugando al fútbol. Los ingresos varían considerablemente entre ellas, principalmente dependiendo del interés mostrado por los clubes. Estos sueldos han sido aceptados por las mujeres mexicanas que buscan destacar en el mundo del fútbol femenino, el cual ha cobrado fuerza en el país desde la creación de la Liga MX Femenil en 2017. El Senado ha dado un paso para brindar mayor estabilidad a las futbolistas en su búsqueda de igualdad salarial.
Los senadores mexicanos, a través de diferentes comisiones, han aprobado reformas en la Ley Federal del Trabajo con el objetivo de establecer un salario base para las deportistas mexicanas. La meta principal es lograr la igualdad salarial entre hombres y mujeres en el ámbito profesional del fútbol, baloncesto y otros deportes. Sin embargo, estas reformas no abarcan a las deportistas de nivel amateur, quienes obtienen ingresos a través de becas y patrocinios en lugar de un empleador directo.
La Federación Mexicana de Fútbol (FMF) ha expresado preocupación ante este proyecto, considerándolo «inviable» en una carta enviada por la directora de la Liga MX Femenil al Senado. Desde la FMF solicitan ser considerados en estas discusiones y subrayan la importancia de lograr una igualdad de oportunidades para las mujeres en diferentes ámbitos laborales.
La aprobación inicial de los senadores establece que los salarios base serán determinados por entidades privadas, es decir, las instituciones deportivas. Según la senadora Patricia Mercado de Movimiento Ciudadano, a partir del salario base se generarán diferencias salariales, descartando así la idea de un tope salarial.
Abandono por problemas económicos
En septiembre de 2021, la Comisión Federal de Competencia Económica de México reveló que la Federación Mexicana de Fútbol y la Liga Femenil habían impuesto límites salariales. Las jugadoras mayores de 23 años tenían un límite de menos de 100 dólares al mes al inicio del torneo en 2017, y aquellas de 17 años o menos no recibían sueldo, solo apoyo para transporte y alimentación. Mientras tanto, para los futbolistas hombres no existía tal límite, con algunos ganando sumas millonarias mensuales, como los casos de André-Pierre Gignac, Diego Lainez, Alexis Vega o Julián Quiñónes.
Reportes documentan cómo algunas futbolistas mexicanas han dejado la profesión debido a problemas económicos. Durante la pandemia de COVID-19, el dueño de Monarcas Morelia decidió trasladar el club a Mazatlán, lo que afectó tanto a hombres como a mujeres. Muchas jugadoras, incluyendo a Karla Jiménez, se vieron obligadas a buscar otras alternativas ya que con un sueldo de 9.000 pesos (alrededor de 520 dólares) no podían cubrir sus gastos de renta y vida diaria.
En contraste, en Estados Unidos, las futbolistas lograron un acuerdo histórico para la paridad salarial en la selección nacional. A pesar de que los hombres nunca han ganado una Copa del Mundo, las mujeres han logrado este título en cuatro ocasiones. Fue hasta 2022 cuando las futbolistas consiguieron igualdad en los montos por convocatoria y bonificaciones.
La preocupación entre los dueños de clubes mexicanos radica en el desigual apoyo hacia la división femenina. Mientras algunos como Tigres, Monterrey, América, Chivas, Pachuca y León han respaldado fuertemente el fútbol femenino desde el principio, otros clubes muestran menos interés relegando a sus jugadoras a canchas alternativas para entrenar y jugar, además de solicitarles viajar largas distancias en autobús, a diferencia de los hombres que suelen desplazarse en avión.