Ayer, el gobierno de Irán puso en libertad a cinco ciudadanos estadounidenses a cambio de la liberación de fondos por valor de seis mil millones de dólares en cuentas bancarias. Los cinco individuos, junto con dos miembros de sus familias, abandonaron Irán y llegaron al Aeropuerto Internacional de Doha antes de dirigirse a Washington.
La Casa Blanca confirmó que los ex prisioneros y sus familiares habían salido de Doha en un vuelo de regreso a los Estados Unidos. Los prisioneros fueron identificados como Emad Shargi, Morad Tahbaz y Siamak Namazi, mientras que las identidades de los otros dos no se dieron a conocer.
En paralelo a este intercambio, Estados Unidos anunció sanciones contra el Ministerio de Inteligencia de Irán y el expresidente Mahmud Ahmadinejad. Este acuerdo de intercambio, que se había acordado en agosto, fue el resultado de extensas negociaciones entre Estados Unidos e Irán, mediadas por Qatar, que mantiene relaciones con ambas partes.
La Casa Blanca aclaró que el desbloqueo de los fondos iraníes no se considera un rescate por la liberación de los prisioneros y subrayó que no se trata de un «cheque en blanco». Además, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, anunció que habló con los ciudadanos estadounidenses liberados después de su llegada a Doha, donde fueron recibidos con abrazos por sus seres queridos.
El gobierno de Joe Biden ha enfatizado que Irán solo puede utilizar estos fondos para comprar alimentos, medicinas y suministros humanitarios. Sin embargo, el Ministerio de Relaciones Exteriores iraní respondió que estos fondos permitirán la compra de «todos los bienes no sancionados», no limitándose únicamente a alimentos y medicamentos. La enemistad entre Irán y Estados Unidos se remonta a la Revolución de 1979.