El fantasma de la sospecha de corrupción ronda a varios conocidos colaboradores del presidente López Obrador. Cuando eso sucede, el presidente no es tajante: prefiere protegerlos, reacomodarlos. Uno pensaría que un hombre que hizo campaña prometiendo ser adalid anticorrupción no tendría ninguna tolerancia, pero ya en funciones, lo que hemos visto es a un líder incapaz de aceptar que la corrupción es una infección que también padece su gobierno.
Tres casos en los que ante sospechas de corrupción que se filtraron a los medios de comunicación, López Obrador prefirió no investigar y mejor recolocar al funcionario en otra área.
Ricardo Ahued Bardahuil fue removido de la dirección general de Aduanas. El presidente diagnosticó que en Aduanas no habían podido contra la corrupción, pero exoneró al funcionario y lo regresó a su lugar en la bancada de Morena en el Senado.
Bajo acusaciones de haber realizado arreglos turbios con los contratos en el Banco del Bienestar, institución estelar del ‘obradorismo’, Rabindranath Salazar Solorio fue cambiado de la dirección de este banco del gobierno a una subsecretaría de Gobernación: la de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos.
Ricardo Rodríguez Vargas se fue del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (Indep). Hoy sabemos, porque lo denunció su relevo al renunciar a tres meses de tomar el cargo, la cantidad de irregularidades y corruptelas que recibió en el Indep el académico Jaime Cárdenas. Rodríguez Vargas se supone que iba a encabezar, previo visto bueno del Congreso, la Procuraduría para la Defensa del Contribuyente. No ha sucedido.
¿Investigaciones frente a las sospechas de por qué renunciaron? Ninguna. Protección, toda. Al viejo estilo.
SACIAMORBOS
¿Será que Samsung vaya a abandonar también los dos paquetes de la refinería de Dos Bocas que tiene a su cargo? ¿Será que vaya a seguir el camino de KBR, también a cargo de (otros) dos paquetes, que sigilosamente se fue de la obra? ¿Será que esto tenga que ver con que ya se dieron cuenta que la mega obra sencillamente no puede estar lista en los tiempos que quiere el presidente y al costo que lo exige? ¿Será que ya no aguantaron la mala gestión de la secretaria de Energía, Rocío Nahle? ¿Será cierto que al hacerse a un ladito KBR la secretaria no informó de inmediato al Consejo de Pemex y reasignó por sus pistolas los contratos a otra compañía para no perder tiempo? ¿Será que ella sigue defendiendo a capa y espada como cabeza operativa del proyecto Dos Bocas a Leonardo Cornejo, el hombre que más se reunió con Odebrecht cuando era funcionario de Pemex en tiempos de Lozoya-Peña Nieto? ¿Será que el esposo de Nahle haya sido clave en todo este manejo? ¿Será que la secretaria de Energía, cabeza de sector, sigue llevándose fatal con el director general de Pemex, Octavio Romero Oropeza?