Se incrementan los riesgos que pueden enfrentar las niñas, niños y adolescentes cuando navegan en internet.
El aislamiento forzoso por la Pandemia, nos hizo pensar que estaríamos más seguros de muchas amenazas al permanecer en nuestras casas; sin embargo se incrementaron los riesgos que pueden enfrentar las niñas, niños y adolescentes cuando navegan en internet; estos son, entre otros: el acceso a contenido inapropiado, ser contactado por desconocidos, el robo de identidad y su uso indebido, los retos en línea, el cyberbulling; el grooming -que es cuando un adulto contacta a un menor por internet y se gana su confianza con la intención de abusar sexualmente de la víctima-; el sexting -que es el envío de videos o fotos de manera consensuada y que luego pueden ser usados como pornografía infantil o para extorsión-; la corrupción de menores y la trata de personas con fines de explotación sexual.
El internet sin duda es una maravillosa tecnología que nos permitió seguir adelante sin aislarnos y que se consolidó como la mejor forma para comunicarnos entre propios, pero también con extraños. Sin las precauciones debidas, representa una ventana vulnerable y silencioso adentro de nuestras casas por donde los niños, los jóvenes y también los adultos que no pocas ocasiones caen en fraudes y engaños; pueden ser victimizados. Hay que tener en cuenta que los daños no solo son físicos sino también psicológicos. A veces podemos cometer el error de minimizar las conductas y no darnos cuenta de su alcance negativo, por ejemplo; el hostigamiento, que pueden ser apodos, rumores, o mensajes despectivos en redes sociales; lo cual afecta la moral y la autoestima de la víctima. De aquí podemos escalar a todas las modalidades del delito hasta llegar los delitos más graves.
Existen señales de alerta en los menores y los jóvenes que nos pueden dar indicios de que algo anda mal, como, por ejemplo: los cambios de humor frecuentes después de usar el internet, las respuestas defensivas y nerviosas; si eliminan su cuenta de redes sociales o el que se alejen de amigos y familiares; también que experimenten cambios físicos drásticos como bajar de peso, falta de sueño, o la pérdida de interés por una actividad que les gusta.
Es común que las niñas y los niños, así como los adolescentes, tengan vergüenza o temor de contar lo sucedido cuando son víctimas, por ello la principal acción que podemos tomar los adultos es transmitir y generar su confianza. La comunicación permanente podría prevenir que sean víctimas. Y adicionalmente, promover la cultura de la denuncia de estos delitos, es fundamental. Si sufres o tienes conocimiento de un delito de este tipo denuncia al 088 de la Guardia Nacional o al 089 para denuncia anónima en Quintana Roo.